Del 2 al 6 de enero fui al páramo de Santurbán con mi asesor Carlos Parra (@carlosparra123) y mi amigo Mauricio Albarracín (@malbarracin), quién además de trabajar por la igualdad como director de Colombia Diversa, es un santandereano comprometido con la equidad en su región. Con su familia caminamos los páramos de Santander, disfrutamos de sus paisajes y conocimos de cerca a su gente.
Para entrar un poco en el contexto sobre lo que pasa en el Páramo, el pasado mes de diciembre el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible expidió la esperada y polémica resolución que delimita el páramo de Santurbán, un asunto con delicadas repercusiones nacionales que no solo afecta los derechos de los de 8.965 habitantes de la zona, sino además porque de esta resolución depende la protección del agua de 48 municipios donde viven 2,5 millones de habitantes de los Santanderes y porque en Colombia poseemos el 46% de los páramos del mundo, donde viven 120 mil personas y se producen tres cuartas partes de toda la cebolla y la papa nacional. Santurbán es el primero de los 36 páramos de nuestro territorio en delimitarse y será el precedente para la demarcación de las áreas protegidas en los demás complejos.
Hay un punto de amplio consenso: la decisión política de delimitar el páramo en una escala más precisa brinda claridad a mineros artesanales, campesinos, empresas mineras y quienes defienden la protección del páramo. No obstante existen críticas sobre el hecho de delimitar el ecosistema al estar interconectado con su entorno y depender de elementos que están por fuera de la demarcación. ¿Cómo quedó la delimitación? es ahora el punto en discusión.
Según la resolución el páramo delimitado se compone de 129.743 hectáreas. De las cuáles 98.954 (el 76%) fueron declaradas zonas protegidas donde no podrá hacerse ninguna actividad minera. La resolución además creó las “áreas de uso sostenible” (5.502 hectáreas) sobre las cuales los campesinos podrán ejercer “actividades agropecuarias” con el acompañamiento del Ministerio de Medio Ambiente y las “áreas para la restauración del ecosistema de páramo” (25.287 hectáreas) en las que solo se permitirá la minería para quienes tienen licencias concedidas antes del 9 de febrero de 2010, como en el resto de la delimitación.
A pesar de la demarcación, la incertidumbre sobre sus consecuencias aún persiste; Aunque el Gobierno ha realizado algunos ejercicios de socialización, las comunidades campesinas y pequeños mineros aún reclaman acompañamiento de las autoridades ambientales. Las grandes compañías mineras con proyectos en las zonas demarcadas no han anunciado claramente si continúan con ellos.
La importancia legal de la limitación del páramo radica en que el Plan Nacional de Desarrollo (Ley 1450 de 2011) contempla en su artículo 202 que: “en los ecosistemas de páramos no se podrán adelantar actividades agropecuarias, ni de exploración o explotación de hidrocarburos y minerales, ni construcción de refinerías de hidrocarburos” por lo tanto tener una delimitación a una escala más precisa (1:25.000) que la preexistente permite saber con exactitud cuáles son las zonas cubiertas por esta prohibición[s8] y cuáles son sus usos permitidos.
Sin embargo, el Plan Nacional de Desarrollo se renueva con cada periodo presidencial y le corresponde a este Congreso debatir el Plan que regirá hasta el 2018. Aun no es claro si se mantendrá la prohibición de minería en páramos y de mantenerse, cómo será estructurada (aunque el Ministro de Ambiente ha hecho declaraciones radiales en el sentido de mantenerla; en una reunión en realizada el semestre anterior con Congresistas del Partido Verde le preguntamos directamente si la iba a mantener y no dio una respuesta clara).
Nos desplazamos a los municipios de California y Vetas en la provincia de Soto del Departamento de Santander para subir al páramo de Santurbán para percibir la situación en el terreno y escuchar las voces de la ciudadanía que no son ampliamente por los medios de comunicación, con el objetivo de obtener información para complir con nuestra responsabilidad en congreso: Iincidir de manera adecuada en el debate al Plan Nacional de Desarrollo y preparar sólidamente un debate de control político para el seguimiento de esta situación (El cual pedimos se realizara desde el periodo anterior en 2014 y fue programado para el mes de marzo de este 2015 en la plenaria de la Cámara de Representantes).
Nuestro recorrido:
Comenzamos a las 4 de la mañana desde Bucaramanga. Grafitis y afiches que dicen “S.O.S por el páramo de Santurbán” y vallas de mineros con el mensaje “En Soto-norte la minería es tradición” nos confirman que esta es una discusión donde la opinión de la ciudadanía tiene un peso muy importante, asumiendo el trabajo y el costo de publicitar a favor de sus posiciones.
Se vive un debate intenso: Los bumangueses fueron un ejemplo para Colombia en el 2012, cuando más de cuarenta mil personas se movilizaron para defender el páramo y el agua del país (aproximadamente el 70% del agua de los colombianos se produce en Santurbán), lograron cambiar la posición política regional y detener temporalmente el proyecto Angosturas. Sin embargo, después de la limitación no se ve una postura tan uniforme como hace 3 años, posiblemente porque no se han previsto visto sus efectos.
Los diarios de la región siguen de cerca el asunto. Algunos columnistas regionales han dejado ver incertidumbre por no poder predecir las consecuencias del acto administrativo, otros han dicho que se configura “el más grande engaño en la historia ambiental del país” , critican la reducción del área protegida argumentando que el páramo sí puede ser delimitado en una escala más precisa sin que esto implique una reducción espacial de la protección y recriminan el hecho de que no se revoquen las licencias ya concedidas en áreas protegidas. Con todas estas opiniones arrancamos la visita.
Salimos por la vía que pasa por lo municipios: Guamal –Matanza – Suratá – California: una carretera con largos tramos sin pavimentación y alto riesgo de derrumbe (incluso siendo una zona de extracción de recursos valiosos, no es prioridad del Gobierno departamental pues el contrato-plan negociado concentró sus esfuerzos en vías primarias y no en terciarias como esta). En California, encontramos un parque central recién remodelado, una valla similar a las que hay en Bucaramanga que dice “En Soto-Norte la minería es tradición” y la estatua de un minero con lo que le recuerdan al visitante la profunda tradición del municipio.
Para llegar al Páramo salimos por la vereda “La Baja” hacia el puesto de monitoreo del batallón de alta montaña encargado de mantener la seguridad en la zona y de controlar la llegada de galafardos (mineros informales que extraen oro de manera clandestina). De camino pasamos por la vereda “Angosturas” en la que la minera Greystar desarrollaba el proyecto con el mismo nombre que pretendía extraer 7,7 millones de onzas de oro durante 15 años y tuvo que detenerse ante la movilización ciudadana.
Ahora Greystar se convirtió en Eco-oro, empresa que se anuncia como colombiana, pero según su página web en inglés es una “compañía minera canadiense con un portafolio de proyectos en Colombia” (información que es sospechosamente omitida en su página en español). La empresa anunció su satisfacción con la delimitación del Páramo y en recientes declaraciones de su presidente desde Canadá dijo que está estudiando la resolución para determinar cómo proceder con el proyecto. Evidentemente su interés en explotar el páramo permanece vigente.
En una parte del recorrido nos acompañó una joven californiana que trabajaba en el casino que proveía alimentación a los empleados de la minera Greystar y según nos comentó, fue despedida con un recorte de personal en el 2012 cuando la minera decidió bajar sus costos para hacerle frente a los posibles cambios en el marco normativo. Resulta preocupante que así como esta joven, se han perdido 1.200 empleos directos y aproximadamente 2.500 empleos indirectos en la región de Soto-Norte (según declaraciones del alcalde de Vetas), situación que hace urgente incluir una propuesta de empleabilidad digna y atractiva para los habitantes de la zona que se puede lograr, por ejemplo, aprovechando adecuadamente el capital eco-turístico de la región.
A lo largo de los caminos observamos el desarrollo de minería artesanal: a la orilla de las quebradasmolinos antiguos que muelen la arena y bateas con las cuales se extrae el oro de las aguas que corren. Este tipo de minería, según el Ministerio de Ambiente, se podrá seguir ejecutando con el compromiso de recibir seguimientos ambientales de la actividad. Sin embargo, representantes de 450 mineros artesanales de los municipios de California, Vetas y Suratá declararon recientemente que necesitan conocer exactamente las coordenadas en terreno de las áreas protegidas para poder establecer una posición. La incertidumbre para este sector subsiste a la vez que el Ministerio de Ambiente afirma que el trabajo de socialización de las coordenadas ya se está realizando.
Una situación similar percibimos con hogares campesinos en nuestro segundo día de caminata. Subiendo hacia la “Laguna Verde” encontramos pequeños cultivos de cebolla, hortalizas y ganadería. Tomando al pie de la letra la prohibición del Plan Nacional de Desarrollo, los campesinos no podrían realizar “actividades agropecuarias en zonas de páramo”. Con la anterior delimitación municipios como Tona se verían fuertemente afectados al estar rodeados por zonas protegidas. El Ministerio ha dicho que con la nueva delimitación, cultivos de cebolla y papa quedaron por fuera, pero no hay certeza sobre el hecho al no haberse publicado coordenadas en terreno.
A media que subíamos en altura, la vegetación iba cambiando, los suelos y las plantas se veían más gruesos y absorbentes. Cuando llegamos a los 3000 MSNM comenzaron a aparecer frailejones y musgos cada vez más robustos y aproximadamente cada 50 mts nos encontrábamos con un riachuelo de agua cristalina que bajaba entre los riscos. Llegamos a paisajes majestuosos, páramos con lagunas solemnes y pacíficas que parecen intactas (con excepción de unas canecas de basura para los caminantes) y forman un espejo de agua en el cual se reflejan las montañas que las rodean.
De vuelta en los municipios aprovechamos para hablar con los habitantes. En California nos contaron sobre la historia del municipio, que a comienzos del siglo anterior llegaron compañías francesas a explorar la zona que posteriormente se llamó “La Francia” lo que se repitió a mediados de siglo con compañías brasileras y en los noventas con la minera Greystar (hoy Eco oro). Como era de esperarse, las posiciones fueron encontradas. Todos nuestros interlocutores rescataban la minería como parte fundamental de sus tradiciones y cómo el oficio ha sido aprendido y heredado por generaciones.
Casi todos demuestran una profunda conciencia sobre la importancia de conservar adecuadamente el agua y algunos muestran aversión por numerosas empresas que han llegado prometiendo empleos, mejoramiento de condiciones laborales y proyectos productivos y no les han cumplido. Se rumora en el pueblo que “se fueron los canadienses pero que llegan los árabes” y ciertamente el fondo Qutar Invesment fund compró en el año 2012 el 49% de la empresa AUX que tiene títulos mineros en California y Vetas.
Por los caminos de Santurbán conocimos algunos matices nuevos para nuestra labor en el Congreso: testimonios de campesinos, mineros artesanales y ciudadanos afectados que nos permitieron comprobar que así como es indispensable mantener la prohibición de minería a gran escala en páramos también lo es proveer soluciones justas que garanticen los derechos de campesinos, mineros artesanales y pobladores de zonas protegidas. Nos la jugamos por el agua pero ¿cómo formular una política ambiental que proteja los recursos hídricos y además los derechos de los distintos afectados?, es la pregunta que este acercamiento nos deja y que guiará nuestro trabajo para el debate al Plan Nacional de Desarrollo y el seguimiento a la política ambiental que realizaremos vía control político en el Congreso.