Dos preocupantes anuncios hizo la administración distrital en los últimos días con respecto al Metro que generan más dudas que certezas: la compra de predios y de material rodante. Ambas parecen encaminadas a demostrar que el gobierno Petro tiene voluntad de llevar a cabo el proyecto y que son las trabas en otras esferas las que lo retrasan. Craso error.
En diciembre de 2014, el Concejo aprobó un cambio de destinación de los recursos de las obras viales y de movilidad que estaban pendientes de construcción a través del cupo de endeudamiento de 2013 para que esos recursos se destinaran a la construcción del Metro. En total, la administración cuenta con $2,4 billones listos para ser gastados este año en el proyecto y con esa premura, esta administración asumió una actitud casi mafiosa: “gastemos, que lo que hay es plata”.
Gravísimo, la ciudad no necesita gastos innecesarios o prematuros, tiene que concentrarse en estructurar bien el Metro y su licitación para evitar retrasos y problemas en su construcción. La prioridad de Petro no pueden ser logros pírricos de inversión para apalancar su campaña presidencial, tiene que ser el futuro cierto de la ciudad.
En esa lógica, Petro ya sabe que no podrá dejar el Metro contratado, por eso, los gastos que promete son apenas anuncios. Empezó con asignar $750.000 millones para los predios que necesitará la primera línea, eso está bien, sin embargo, se contradice con la posibilidad de hacer algunas estaciones por Asociación Público Privada y que todavía no están claros los recortes que le quieren hacer al Metro para construirlo por fases. La ciudad puede repetir la experiencia de la Avenida Longitudinal de Occidente: los predios son propiedad el Distrito desde hace una década pero la ciudad sigue esperando la obra.
Si el alcalde quiere demostrar que él empezó la construcción del Metro, la compra de predios no parece su mejor estrategia. Para seguir con el mismo ejemplo, Mockus y Peñalosa no pueden posar de haber iniciado la ALO a pesar de que dedicaron recursos de sus administraciones para que la ciudad adquiriera sus predios y mucho menos podrán sacar pecho por la obra cuando se construya.
El otro anuncio es más preocupante todavía, sin saber el importe de recursos, Petro ha dicho que se debe comprar el material rodante, esto es los trenes que cargarán pasajeros en el Metro. El consorcio L1 recomendó trenes con capacidad de 2.000 pasajeros con piloto automático, similares a los que usa la línea Jubileo en Londres. Estos son trenes espaciosos de 6 vagones que deben andar por un túnel de 10 metros de diámetro. Sin embargo, de acuerdo con Planeación Nacional, estos podrían ser muy grandes y podría pensarse en trenes con menor capacidad para hacer más barato el túnel y los mismos trenes.
Gravísimo sería que la ciudad comprara trenes que después no quepan en los túneles o que no cumplan con las especificaciones técnicas requeridas. Es una compra que resulta más que inútil, antes que pensar en el material rodante se debe contratar la obra y definir el modelo de operación del Metro, el material rodante puede cobrarse al operador y no a los ciudadanos.
Comprar trenes también puede ser demasiado temprano, la obra no estará lista en menos de 7 años y entonces habrá que preguntarse dónde guardará la ciudad dichos trenes y cómo les hará mantenimiento para que en los años que estarán parqueados no se dañen. El afán de tener Metro no puede ser excusa para llevar a cabo cualquier idea.