A pesar de que en Colombia no tenemos estaciones, en el pasado reciente nos hemos acostumbrado a que existan épocas del año que se caractericen por ser más secas o húmedas. Para hablar de la existencia de estas temporadas, o de las estaciones en los países que existen, año tras año de manera periódica, se suele utilizar la palabra clima. De esta forma, el clima de determinada región se convierte en un factor determinante para aspectos sociales, económicos y culturales como lo son los lugares donde vivimos y los alimentos que podemos cultivar.
Cuando estos patrones, que se estudian a lo largo de décadas e incluso siglos, sufren alguna alteración, se suele hablar de cambio climático. Tales alteraciones o cambios bien pueden manifestarse en la intensificación de las condiciones que pueden experimentarse en cada temporada (por ejemplo, temperaturas y niveles de humedad más altos o más bajos) así como en la duración de dichas temporadas.
A lo largo de las últimas décadas, decenas de científicos reunidos en el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) han establecido que, si bien en la historia de la Tierra han existido otros episodios de grandes cambios en las condiciones climáticas del planeta, el cambio que hemos empezado a afrontar en los últimos años es consecuencia de nuestras actividades y, principalmente, del calentamiento global que ha traído consigo la liberación a la atmósfera de ciertas sustancias conocidas como Gases de Efecto Invernadero (GEI).
En Colombia, según el inventario de fuentes y sumideros de gases de efecto invernadero, las principales fuentes de dichos gases son el sector agrícola (por los procesos digestivos del ganado y por la quema de residuos agrícolas, entre otros), el sector transporte (por la quema de combustibles fósiles como la gasolina que usamos en nuestros vehículos) y las actividades que implican transformación de ecosistemas que almacenan estos gases y que, al momento de transformarlos, los liberan a la atmósfera.
Sin embargo, pese a la importancia que puede representar el hecho de que identifiquemos estas fuentes y reduzcamos la emisión de estos gases, al hablar de cambio climático Colombia presenta una doble condición. Aunque sus aportes al total mundial de emisiones de GEI son muy bajas (aproximadamente 0,37% del total mundial), el país se caracteriza por ser uno de los más vulnerables al cambio climático; así ha quedado demostrado en algunos estudios que recopilan y analizan evidencia de los impactos que ha sufrido el país en las últimas 2 décadas por cuenta de este fenómeno climático.
En Colombia, existen varias evidencias de la existencia de este fenómeno climático en las últimas décadas. Por un parte, el IDEAM, analizando series de datos en el periodo 1970 – 2010, ha concluido que existe una tendencia generalizada a que se incrementen las precipitaciones acumuladas anuales (lo que llueve cada año en cada región del país), al igual que ha sucedido con las temperaturas mínima y máxima registradas a lo largo y ancho del país. En este sentido, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) ha señalado que una evidencia de la existencia de dichos cambios es que el 90% de las emergencias reportadas por la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) en el periodo 1998 – 2011 hallan estado asociadas a fenómenos hidroclimatológicos.
La evidente intensificación de estos fenómenos resulta evidente al recordar el fenónemo de La Niña 2010 – 2011 y la fuerte sequía que vivió el país durante el año 2014 y que desató un debate mediático por la muerte de miles de chigüiros principalmente en el departamento de Casanare.
A propósito de la época del año en la que nos encontramos y del intenso fenómeno de El Niño que atraviesa el país (que tiene alta probabilidad de extenderse hasta el mes de marzo de 2016, según declaraciones del MinAmbiente), al observar análisis publicados por el IDEAM de las temperaturas asociadas a este fenómeno es posible concluir que no se trata de un fenómeno aislado; por el contrario, se hace evidente una tendencia generalizada en las últimas décadas y particularmente desde la década del 70 a que se incrementen considerablemente las temperaturas con cada edición del Fenómeno de El Niño.
En particular, la versión actual de este fenómeno climático ha traído consigo la intensificación de decenas de incendios que han arrasado con miles de hectáreas de bosques, el incremento generalizado de temperaturas en todo el país por encima de los promedios de esta época del año, el anuncio de incrementos en los precios de los alimentos y la presencia de una temporada de lluvias bastante disminuida.
Analizando los escenarios de cambio climático planteados tanto por el IPCC como por el IDEAM para el caso colombiano, pareciera ser que las únicas alternativas que tenemos ante este cambio climático es la implementación de medidas de mitigación, por ejemplo la disminución de emisiones de GEI, y de adaptación, como lo son la adecuación de las ciudades a climas más cálidos, la identificación y gestión adecuada de zonas de alto riesgo y el diseño de planes de contingencia para afrontar situaciones como el desabastecimiento de agua y el desencadenamiento de incendios forestales.
Camilo Gomez. Asesor ambiental, Angélica Lozano.