La ciclovía es más que una acción gubernamental para fomentar la recreación y el deporte, es una marca en el paisaje urbano de Bogotá.
Esta semana el ícono más importante de la ciudad cumple 40 años, una fecha para celebrar pero también para pensar en el futuro. Hace cuatro décadas, cuando se creó la propuesta de cerrar las vías para darle prioridad a las bicicletas no existía en Bogotá mayor interés por los ciclistas ni se entendía su valor en el transporte de la ciudad.
El primer experimento de la ciclovía cerró la Carrera Séptima entre el centro y la calle 72 para celebrar el inicio de la navidad de 1974.
Hoy, la ciclovía incluye más de 100 kilómetros de vías cerradas los domingos y festivos, que complementan la red de casi 380 kilómetros de ciclorrutas y bicicarriles distribuidos por la ciudad. De acuerdo con la Encuesta Bienal de Culturas 2013 la mitad de los bogotanos aceptó ir al menos una vez al año a la ciclovía y al día se hacen más de 500.000 viajes en bicicleta a estudiar o trabajar.
La celebración de los 40 años de la ciclovía debería ser un llamado de atención para que la ciudad afine sus políticas de promoción de uso de la bicicleta.
En primer lugar, la ciclovía debería ser la oportunidad perfecta para invitar a los bogotanos a probar el recorrido entre la casa y el trabajo/estudio o viceversa y así animar a una porción de ellos a usar la bicicleta como modo principal de transporte; por otro lado, la ciclovía debería servir como un promotor de una cultura contra el sedentarismo; también, la ciclovía debería pensarse dentro de un programa integral para reducir el uso del vehículo particular, como se hizo a principios de siglo.
La celebración del cumpleaños de la ciclovía este año está marcado por una triste realidad: la administración distrital, que se ha jactado de promover los modos alternativos de transporte, redujo el presupuesto para la ciclovía en 2015 y tras las críticas ciudadanas incluyó $10.000 millones adiciones para un programa de promoción de la bicicleta que no es la ciclovía ni la recreovía.
Desafortunadamente, hoy no podré asistir esta noche a la ciclovía nocturna, estaré triste en el Congreso durante la discusión de la Reforma Tributaria, los invito a que se tomen felices las calles de Bogotá en bicicletas o a pie.
En sus 40 años ¡La ciclovía se respeta!