Hoy Quibdó, la capital del Chocó, vive abandonada por el Estado en una crisis de gobernabilidad y seguridad sin precedentes que la devolvió a lo peor del conflicto armado.
¡Sus habitantes viven atemorizados! Despiertan con balaceras, evitan salir por miedo a ser asesinados y huyen de manera forzada para salvar sus vidas.
Los grupos armados, como el Clan del Golfo o el ELN, se dividen la ciudad como si fuera una torta de cumpleaños para celebrar su control territorial. Se imponen con terror para aumentar su poder a punta del miedo y el dolor de sus habitantes.
Los jóvenes se llevan la peor parte, son el presente del país y el blanco de los grupos armados. Según Carlos Barreto, obispo de Quibdó, en los últimos años hubo más de 300 homicidios en la ciudad y los jóvenes representaron el 54% de las personas asesinadas, la situación no es distinta para los líderes comunitarios.
Al mismo tiempo, los comerciantes son extorsionados y si no tienen dinero les toca pagar con su vida. De acuerdo con la Asociación de Comerciantes de Quibdó en el último año cerraron al menos 100 negocios que no soportaron más tanta violencia.
Mientras caen los negocios la ciudad lidera, según el DANE, las cifras más altas de desempleo e informalidad en el país. La misma ciudad que también lidera bajos niveles educativos y una pobreza que no para de crecer.
La población de Quibdó resiste como puede, pero no podemos dejarla sola. Debemos escuchar sus movilizaciones y esfuerzos para construir paz.
Quibdó también es Colombia y debe ser una prioridad, ministro de Defensa. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo el 67 % del Chocó cree que no existe un mínimo de empatía por parte del Gobierno ante el dolor del Pacífico Colombiano.
¡El Gobierno Nacional debe tomar decisiones YA para enfrentar estos niveles de violencia sin precedentes! Cada minuto de indiferencia puede ser una vida menos.